La mayoría de las veces no me gusta hablar de mí, de mi pasado profesional. Cuando lo he hecho, algunas personas han dicho “qué mal me cae ese tipo, pedante, le gusta hablar de sus estudios y de su trabajo en varias partes” y he experimentado el ganarme enemistades por haber dicho lo que había hecho en mis estudios o en mi vida profesional. A mí me pasa lo contrario, me alegro de que la gente surja, que se supere, que progrese, y en miles de casos he impulsado a esa superación. Pero no todos actuamos de la misma manera y eso es la humanidad. Quienes me conocen verdaderamente saben que vivo angustiado por no tener tiempo para leer todo lo que no he leído y para estudiar tantísimas cosas que no sé y que me hacen ser ignorante declarado o analfabeto funcional en centenas o miles de temas y materias. Y vivo leyendo todo el día pero sigo sin saber demasiadas cosas. Y vivo escribiendo aunque la mayor parte de lo que escribo no lleva mi nombre, por ser trabajos que se publican como una obra de un Ministerio , o de una organización, o de una Fundación o Asociación, ya que son trabajos construidos colectivamente.
Aunque cargo con ese pesado sentimiento de tener que abstenerme de hablar de mí, ésta vez cometeré el riesgo de que nuevamente algunos me juzguen mal , porque ésta vez tendré que hacer referencia a que conocí a Edgar Morin, como conocí a Freire, a Faure, a Federico Mayor y muchísimos otros intelectuales, nacionales e internacionales. Cuando trabajé en la sede de la UNESCO, en París, un tiempo no muy largo, tuve la oportunidad de conocer varias obras de pensadores notables y en algunos casos- cuando no estaba de misión en algún país- tenía la oportunidad de escuchar notables conferencias- en vivo- de esos pensadores, ya fuese en la Unesco, o en las prestigiosas universidades francesas o europeas , o en academias o en los museos, donde todos los domingos pasaba tratando de llenar mis profundos vacíos culturales , producto de mi origen de familia humilde. Tuve oportunidad de conocer y estudiar la obra de Edgar Morin, Sociólogo y antropólogo francés, quien estudió en la Sorbona. El Dr. Morin , francés, de origen sefardita (recordemos que los sefardíes o sefarditas son los descendientes de los judíos hispano-portugueses; el término sefardí se ha usado frecuentemente para designar a todos aquellos judíos de origen distinto al askenazi , es decir los judíos de origen alemán, ruso o centroeuropeo). El Dr. Morin en 1952 fue incorporado al famoso Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) fue notable escritor y pensador. Fue nombrado en 1977 director de Investigación del CNRS. Tuve la oportunidad de escucharle en diversas conferencias en UNESCO y en el CNRS y me impresionó siempre su inteligencia y su capacidad de innovar nuevo pensamiento y su epistemología de la complejidad.
Entre las múltiples y diversas obras de Morin se encuentra una obra que me impresionó cuando fue publicada por la UNESCO en 1999 titulada “Los 7 Saberes necesarios para la educación del futuro”. Brevemente citamos los 7 saberes, tomado del texto de Morin. La obra en referencia la analicé recientemente en una reunión y decidí compartirla con nuestros amigos lectores, para que refresquen las enseñanzas de tan importante obra. Las fuentes utilizadas son, además del propio libro de Morin, otras síntesis del Sitio “Edgar Morin. El padre del pensamiento complejo” y del sitio Mayeútica Educativa ( mayeuticaeducativa.idones.com), las síntesis hechas por ambos sitios son EXCELENTES , por lo que las compartimos también. Conocer a un hombre de esa inteligencia, escucharlo , fue para mí motivante para estudiar muchísimas de sus obras.
- Una educación que cure la ceguera del conocimiento.
Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del futuro debe contar siempre con esa posibilidad. El conocimiento humano es frágil y está expuesto a errores de percepción o de juicio, a la influencia de los afectos, a la selección sociológica de nuestras ideas.
La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. Debemos enseñar a evitar la doble enajenación: la de nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. El primer objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas. Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión. En muchos otros artículos nos hemos referido a la Neuro Educación, etc.
2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente.
Existe un problema capital, aún desconocido: la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar problemas globales y fundamentales para inscribir allí conocimientos parciales y locales. La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide, a menudo, operar el vínculo entre las partes y las totalidades y, debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades y sus conjuntos.
Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo. La educación debe promover una «inteligencia general» apta para referirse al contexto, a lo global, a lo multidimensional y a la interacción compleja de los elementos. Esta inteligencia general se construye a partir de los conocimientos existentes y de la crítica de los mismos. Su configuración fundamental es la capacidad de plantear y de resolver problemas.
3. Enseñar la condición humana
El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Es esta unidad compleja de la naturaleza humana la que está completamente desintegrada en la educación a través de las disciplinas y que imposibilita aprender lo que significa ser “humano”. Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás humanos. La condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación. Conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él. Al igual que cualquier otro conocimiento, el del ser humano también debe ser contextualizado. Quiénes somos es una cuestión inseparable de dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. Lo humano es y se desarrolla en bucles: a) cerebro- mente- cultura b) razón – afecto – impulso c) individuo – sociedad -especie. La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables fundamentales de la educación. La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra. Éste será el núcleo esencial formativo del futuro.
4. Enseñar la identidad terrenal
La historia humana comenzó con una dispersión, una diáspora de todos los humanos hacia regiones que permanecieron durante milenios aisladas, produciendo una enorme diversidad de lenguas, religiones y culturas. En los tiempos modernos se ha producido la revolución tecnológica que permite volver a relacionar estas culturas, volver a unir lo disperso. Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico: el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre.
5. Enfrentar las incertidumbres
El siglo XX ha derruido totalmente la predictividad del futuro como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la incertidumbre sobre nuestro futuro. La educación debe hacer suyo el principio de incertidumbre. Pero la incertidumbre no versa sólo sobre el futuro. Existe también la incertidumbre sobre la validez del conocimiento. Y existe sobre todo la incertidumbre derivada de nuestras propias decisiones. Una vez que tomamos una decisión, empieza a funcionar el concepto ecología de la acción, es decir, se desencadena una serie de acciones y reacciones que afectan al sistema global y que no podemos predecir. Nos hemos educado aceptablemente bien en un sistema de certezas, pero nuestra educación para la incertidumbre es deficiente.
La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas.
6. Enseñar la comprensión
La comprensión se ha tornado una necesidad crucial para los humanos. Por eso la educación tiene que abordarla de manera directa y en los dos sentidos: a) la comprensión interpersonal e intergrupal y b) la comprensión a escala planetaria. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas. La educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro. Estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Nos ayudaría a conocer las causas y efectos por ejemplo de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación.
7. La ética del género humano
La enseñanza de una ética válida para todo el género humano es una exigencia de nuestro tiempo. Morin presenta el bucle individuo – sociedad – especie como base para enseñar la ética venidera. En el bucle individuo- sociedad surge el deber ético de enseñar la democracia. Ésta implica consensos y aceptación de reglas democráticas. Pero también necesita diversidades y antagonismos. El contenido ético de la democracia afecta a todos esos niveles. El respeto a la diversidad significa que la democracia no se identifica con la dictadura de la mayoría.
En el bucle individuo – especie Morin fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La humanidad dejó de ser una noción abstracta y lejana para convertirse en algo concreto y cercano con interacciones y compromisos a escala terrestre. Morin dedicó a postular cambios concretos en el sistema educativo desde la etapa de primaria hasta la universidad: la no fragmentación de los saberes, la reflexión sobre lo que se enseña y la elaboración de un paradigma de relación circular entre las partes y el todo, lo simple y lo complejo. Este libro lo pueden bajar gratuitamente de Internet, hay varias direcciones donde lo puedes buscar y bajar, sin costo.
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