En los próximos 36 años , de acá al 2050, la educación , especialmente la pedagogía, evolucionará significativamente con el avance de las investigaciones sobre el cerebro, la neurociencia y veremos desarrollar una vigorosa área: la neurociencia del conocimiento, la neurociencia cognitiva o la neuro-educación.
Todavía hasta el presente, año 2014, nuestra formación para ser educadores se basa en disciplinas como la antropología, la pedagogía, la sociología (las cuales seguirán influenciando aún en el futuro la formación del futuro educador) pero esas disciplinas (excepto la Psicología) poco nos informan y menos nos forman sobre el cerebro, que es donde tiene lugar el aprendizaje. Ello es así porque tampoco aún tenemos la información suficiente sobre el cerebro, sobre cómo él adquiere y acumula el conocimiento, cómo lo comparte, como lo transmite y cómo interactúa, por lo que la formación aún no puede ser impartida en forma completa, sólo podemos y debemos de comenzar a prepararnos- informándonos mejor- sobre el cerebro y sus implicaciones en la educación (lo que he llamado neuro-educación).
Es poco aún lo que sabemos de ese maravilloso universo que tenemos en nuestras cabezas , pero en todas las actividades diarias vivimos el uso intensivo del cerebro , por ejemplo, al realizar simultáneamente muchas tareas en el uso de los sentidos (el gusto, el escuchar, el hablar, el sentir, el oler, el tacto , por ejemplo). Un educador simultáneamente está viendo a sus estudiantes , está escuchando muchas de las expresiones que ellos manifiestan , está hablando para dar instrucciones, está leyendo en su computadora al mismo tiempo la presentación que está compartiendo con sus alumnos, con su olfato huele que ya la comida está casi a punto para la merienda escolar, a la vez está moviendo sus manos y sus pies y su cara se expresa con gestos, mientras recuerda que en el receso debe de llamar al Ministerio de Educación para saber si el recargo de funciones se lo pagarán en la próxima quincena. Esa multi-actividad de nuestro cerebro es lo que hace del cerebro esa central de energía y actividad que gobierna nuestro cuerpo y que adquiere, comparte, regenera y crea conocimiento.
La investigación sobre el cerebro avanza vertiginosamente, aunque aún pasarán décadas para descubrir todo lo que en el mismo sucede. Sin embargo, los avances de las investigaciones en neuro-ciencia se van utilizando cada día más y en la educación –poco a poco- nos iremos beneficiando de la neurociencia en el aula.
Aún a ciencia cierta no se sabe cuántas neuronas tenemos en nuestros cerebros. Se habla de que tenemos como 100 mil millones de neuronas, las células que componen nuestra materia gris. Las células enlazan a miles de otras neuronas, formando un universo de enlaces en redes que se comunican por medio de electricidad y agentes químicos. La capacidad de almacenaje de ese cerebro es casi ilimitada , se habla de que podríamos tener capacidad de almacenar (comparando con el mundo digital) un millón de gigabytes. Esta computadora biológica –en la mayoría de los casos totalmente subutilizada- constantemente trabaja, aún cuando dormimos.
Las investigaciones sobre el cerebro, apoyado ahora por modernas máquinas de resonancia magnética, de TACs en tercera dimensión, nos revelan que el cerebro tiene varias áreas claves para el aprendizaje: la corteza entorrinal, que actúa como una especie de filtro para la información entrante; el hipocampo, donde se inicia la formación de la memoria; y el neocórtex, donde se almacenan los recuerdos conscientes . Nuestro cerebro libera una sustancia química llamada dopamina , que parece jugar un papel en la mejora de las conexiones entre las células que están involucradas en el aprendizaje. A su vez el cerebro tiene módulos, que organizan y dividen las tareas a realizar. La corteza entorrinal hace una cosa, y el hipocampo hace otra. El hemisferio derecho desempeña funciones diferentes del hemisferio de la izquierda. Hay áreas sensoriales dedicadas al procesamiento de lo que vemos, oímos y sentimos. Cada uno hace su propio trabajo y juntos generan un todo coherente, una actualización continua del pasado, del presente y del futuro.
La red de neuronas que forma una memoria específica se conectan por medio de conexiones entre las células, llamadas sinapsis. Hay diferentes tipos de memorias según los especialistas. Por ejemplo, los educadores siempre recordamos el primer día que impartimos una clase, recordamos el aula, el centro educativo, al director, a los alumnos, los temas que tratamos ese inolvidable día; si nos preguntan qué materias y qué grados impartimos en los primeros diez años de carrera y en cuáles centros educativos trabajamos, siempre lo recordaremos, por qué? Porque se acumulan esas experiencias en un tipo de memoria que los científicos llaman la memoria episódica, o autobiográfica. Hay otros hechos que no recordamos cuándo los aprendimos, cuándo almacenamos esa información, pero en el momento de necesitarlo lo recordamos, es lo que los investigadores llaman memorias semánticas, citados en el excelente libro de Benedict Carey , “How we learn”.
A propósito de ese libro , Ingfei Chen, escribió el 25 de agosto del 2014 un artículo titulado ¿Cómo el cerebro aprende mejor? Estrategias inteligentes para estudiar mejor (How Does the Brain Learn Best? Smart Studying Strategies). En dicho artículo Chen manciona el libro “How We Learn: The Surprising Truth about When, Where, and Why It Happens («¿Cómo aprendemos: la sorprendente verdad acerca de cuándo, dónde, y por qué sucede). Ese libro del autor Benedict Carey nos dice que la mayor parte de nuestros instintos acerca del aprendizaje están basados más en la superstición que en la ciencia .
Sin duda alguna, en el futuro aprenderemos más los educadores y administradores sobre el cerebro, sus neuronas, su física y su química, además de su biología y cómo con ese conocimiento podemos estimular más a nuestros estudiantes para una educación de verdadera calidad, con gusto por aprender y con éxito individual y colectivo.
El Dr. Francisco Mora publicó un excelente libro titulado NeuroEducación , con el subtítulo de “sólo se puede aprender aquello que se ama” , libro de la Editorial Alianza, el cual recomendamos su lectura. El Dr. Moura es doctor en Neurociencias por la Universidad de Oxford, asimismo desarrolla su trabajo actual entre la Universidad de Iowa y España, ha escrito libros sobre dicha temática como el publicado en el 2009 titulado “Cómo funciona el cerebro”. El Dr. Mora asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que le dice algo nuevo a la persona, que significa algo , “Sin emoción –dice– no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria”.
El Dr. Mora indica que la aportación fundamental de la Neurociencia reside en hacer ver a todos los docentes que la puerta de entrada al conocimiento es la emoción, ya que es con la emoción como despierta la curiosidad de la que se sigue la apertura automática de las ventanas de la atención, lo que pone en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria. En el aula y en cada clase de todos los días, se debe comenzar haciendo despertar la curiosidad del alumno con algo tal vez ajeno a la propia clase, sea una pintura, una pequeña pieza de música o de literatura, un objeto extraño, un evento sucedido en el día o la propia palabra del docente que emocione y que en el contexto de la temática de la clase arranque los motores del aprendizaje.
El Dr. Mora habla también del neuro-educador que sería una figura capaz, de evaluar críticamente los nuevos conocimientos que aporta la Neurociencia, de modo tan acelerado y cambiante, sobre la enseñanza y transmitirlo a los maestros y los profesores. Hay muchos falsos conocimientos, mucho neuromito que hay que rechazar. El lenguaje neurocientífico es un lenguaje, como todo lenguaje científico y técnico, difícil de asimilar por los no iniciados. De ahí la necesidad de un traductor entre la neurociencia y el profesor que trabaja directamente en el aula. Todo profesor tiene ya que saber cómo funciona el cerebro, sede última de lo que se aprende y memoriza. Y conocer qué mecanismos cerebrales son los que, al ponerse en marcha, llevan a un mejor aprendizaje y memoria de los alumnos. Y aunque estemos en esta temática en el principio de la historia y desconozcamos infinitamente más de lo que conocemos, es ya el momento de tomarse en serio el papel del cerebro en la enseñanza. Y en esto el neuroeducador representaría un papel fundamental.
L. Guadamuz Sandoval ha venido reiterando en muy diferentes artículos que en el pasado la formación y capacitación de docentes estuvo matizada principalmente por la psicología, la sociología, la antropología, la didáctica (que seguirán sin duda siendo disciplinas útiles) pero que existía (y existe) un déficit en enseñar a los futuros y actuales educadores sobre cómo es que el cerebro funciona, que es dónde se produce el aprendizaje, el conocimiento.
En los últimos años hemos compartido muchos artículos sobre la Neuro-didáctica pues desde hace muchos años la he estudiado y estoy convencido de que su conocimiento (del cual aún estamos muy lejos de saberlo todo y aprovecharlo en las educación) ayudará a revolucionar la educación, combinado con las enseñanzas del Nuevo Paradigma en educación , de cómo debemos de centrar la educación en el auto-aprendizaje y de que debemos respetar las múltiples inteligencias , fomentar donde se pueda los estudiantes “todo terreno” con que hice alusión a aquellos estudiantes buenos en todas las asignaturas ; estimular el auto-control; desarrollar la inteligencia emocional; enseñar a quererse a sí mismo; fomentar las aulas abiertas; erradicar en los centros educativos y en las aulas todo vestigio de violencia, ya que cuando no hay violencia desaparece el miedo, se abre la inteligencia. Hemos dicho que como profesores debemos dejar de promover e inspirar miedo, miedo a nuestra asignatura, a los exámenes, a la tradicional promoción y exámenes desfasados como son ya las Pruebas Nacionales.
Hemos reiterado –y no desaprovechamos espacio para hacerlo nuevamente- la necesidad de promover la creatividad; no aprender de memoria; enseñar a nuestros estudiantes a aprender a tomar riesgos, a cometer errores, a disfrutar el aprendizaje. Hoy el estudiante sigue su pasión, hoy aprende no sólo del aula, antes aprendía solo, hoy debemos fomentar el aprendizaje y trabajo en grupo, en equipo, porque eso es prepararlo para la vida, que será cada vez más cooperación. Enseñar desde el inicio a solucionar problemas, fomentando la habilidad técnica, los valores, la creatividad, el emprendimiento; el análisis de factibilidad, de posibilidad, de viabilidad , de utilidad , ya que desarrollar la inteligencia es desarrollar la capacidad de entender, de explicar, de conocer, de comunicar, a potenciar el pensamiento analítico y crítico y desde luego el creativo.
El conocimiento del cerebro y su aplicación en educación nos podría llevar a un nuevo concepto de la educación, una nueva educación que cambie al ser humano.
En los círculos avanzados de investigación sobre educación se está trabajando con los estudiantes para hacer crecer su inteligencia, ya que se cree hoy firmemente que la inteligencia puede desarrollarse , no sólo de que con la inteligencia se nace . En la Universidad de Stanford se trabaja en fomentar una «mentalidad de crecimiento», lo cual puede ayudar a muchas y muchos niños y sus padres a comprender su verdadero potencial. El proyecto de la Universidad de Stanford es el PERTS (Project for Education Research That Scales). También en la Universidad de Texas avanzan en la investigación para lograr motivar a los estudiantes a obtener mejores resultados en su aprovechamiento escolar estimulando su cerebro.
Arten Popov reseña que se desarrollan aplicaciones de psicología social en línea para apoyar a estudiantes con bajas calificaciones y por ende con baja autoestima. Los investigadores en psicología Carol Dweck y Lisa Blackwell pusieron en marcha “Mindset Works”, que ofrece un programa de computadora llamado “Brainology” para motivar el desarrollo de la inteligencia.
Un científico del comportamiento de la Universidad de Stanford , David Paunesku y Dweck, comenzaron el Proyecto de Investigación con entregas por medio de Internet. En la Universidad de Texas (UT) el psicólogo David Yeager avanzó en la misma línea. Paunesku trabajó con colegas para trabajar con 1.594 estudiantes en 13 escuelas secundarias de Estados Unidos, incluyendo 519 estudiantes con los más bajos rendimientos. En el semestre de primavera de 2012, los estudiantes se conectaban en línea durante 30 minutos.
La idea subyacente es la de que así como se desarrolla con ejercicios los músculos del cuerpo, también con determinados ejercicios el cerebro también puede desarrollarse, ser más fuerte y más inteligente, es decir si usted practica el uso de mejores formas de estudiar y aprender obtendrá resultados de ser una persona más inteligente y podría tener menos problemas con su aprovechamiento escolar. Los resultados fueron buenos ayudando a un 14% de estudiantes a obtener mejores calificaciones.
Debemos desarrollar mentalidades académicas más adaptativas; reforzar el sentido de pertenencia social en los estudiantes en desventaja; cambiar la cultura escolar y del aula y proporcionar a las personas las herramientas y estrategias para mantener una mentalidad de crecimiento a lo largo tiempo, sin duda servirá a estudiantes candidatos al abandono escolar.
En nuestros países debiésemos de capacitar a los educadores en esta tendencia.
DEBEMOS DE ENSEÑAR A NUESTROS ESTUDIANTES CÓMO FUNCIONA SU CEREBRO.
En diversos círculos de avanzada en investigación y difusión del conocimiento especializado se analizan y describen experiencias sobre enseñar a estudiantes desde sus primeras edades acerca de cómo funciona su cerebro, ya que los estudios de neurociencia generalmente se enseñan en las Universidades y a simple vista parecen ser muy complejos para cualquier persona no especializada en medicina o en investigación. En un reciente artículo Getty reseña el trabajo de dos investigadores de la Universidad de Temple , en Filadelfia, quienes proponen que puede enseñar acerca del cerebro desde el primer grado. En un estudio publicado en la revista Early Education and Development, los psicólogos Peter Marshall y Christina Comalli comenzaron encuestando niños de cuatro a 13 años para conocer lo que ellos conocían sobre el cerebro. Investigaciones anteriores habían encontrado que los alumnos de la escuela primaria suelen tener una comprensión muy limitada del cerebro y su funcionamiento, creyendo que era algo así como «un recipiente para almacenar recuerdos y hechos.»
Marshall y Comalli mencionan que mientras los padres y los profesores hablan a menudo con los niños pequeños acerca de las partes del cuerpo y cómo éstas partes funcionan, rara vez mencionan al cerebro. Otro estudio realizado en 2005 por otro grupo de científicos encontró que los niños pequeños muy pocas veces escuchaban la palabra “cerebro” en las conversaciones diarias. Los niños no pueden observar sus propios cerebros, y así pocas veces también tratan de adivinar o se preguntan sobre lo que está pasando dentro de sus cabezas -. A la mayoría de los estudiantes no se les enseña formalmente mucho sobre el cerebro hasta la escuela media . En sus pruebas, ellos encontraron que una lección de 20 minutos sobre el cerebro fue suficiente para mejorar el conocimiento del funcionamiento del cerebro. Diseñaron una lección de veinte minutos sobre el cerebro y la entregaron a un grupo de estudiantes de primer grado. Marshall y Comalli muestran en su lección sobre neurociencia para estudiantes pequeños acerca de la función del cerebro en actividades sensoriales-que el cerebro no es sólo «para el pensamiento», como muchos niños asumen- sino también para ver, oír, oler y sentir.
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