UNA CARTA ESCRITA EN 1830, AUN VIGENTE . LA CARTA DE ABRAHAM LINCOLN AL MAESTRO DE SU HIJO.
Conversando con algunos educadores recientemente, mencioné la hermosa carta que Abraham Lincoln le había escrito en 1830 al maestro de su hijo. Varios me dijeron que no habían tenido oportunidad de leerla. Como tenía acceso a internet en el lugar en que nos reuníamos, busqué la carta y se las leí y aproveché para comentarla y contextualizarla a la realidad del 2015, en un contexto de mundialización. Además recientemente mi esposa me la re-envío, al haberla visto publicada en algún medio, por lo que quiero aprovechar la coincidencia para incluirla en mis Reflexiones, por si algunos de nuestros lectores no la hubiesen leído y para la mayoría que la hubiesen leído, siempre es bueno recordar.
A pesar de haber sido escrita hace 185 años, aún tienen vigencia muchas de las solicitudes de Lincloln a ese educador, que hoy podría ser usted.
ABRAHAN LINCOLN AL MAESTRO DE SU HIJO:
Querido Profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada político egoísta hay un líder dedicado.
También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.
Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.
Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.
Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.
Que crea en sí mismo y sus capacidades aunque quede solito, y tenga que lidiar contra todos.
Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos . Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores.
Que aprenda a oir a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por si mismo. Enséñele a sonreir y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.
Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.
Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.
Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.
Abraham Lincoln, 1830
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